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Comer flores ya no es cosa de poesía

  • Leire Albite
  • 8 feb 2017
  • 3 Min. de lectura

flores comestibles

El primer contacto que tuve con las flores comestibles fue a través de un documental llamado Andoni Luis Aduriz, la cocina de las palabras, así que era inevitable hablar de ellas sin incluir al chef del Mugaritz. Desde que vi aquellas imágenes, hace ya 6 años, pensaba que la posibilidad de usar flores en mis platos era algo lejano hasta que nos acercamos a La Boqueria y nos hicimos con un puñado de pensamientos. Con mi cajita de flores comestibles en la bolsa tuve muy presente al cocinero vasco, casi tan presente como está la naturaleza en su cocina y filosofía.


De entrada, Mugaritz surge de la mezcla de las palabras frontera (muga) y roble (haritz). Este nombre, aunque parezca difícil, es capaz de aglutinar la filosofía del restaurante: atreverse a cruzar los límites o fronteras y mantenerse cerca de la naturaleza. Esto mismo se tradujo al mundo del diseño en la colaboración con la firma vasca Loreak Mendian (flores en el monte).


En la primavera de 2015, Aduriz y Víctor Serna, fundador y diseñador de la colección para chicos de Loreak Mendian, unieron fuerzas para llevar a cabo una idea que relacionaba gastronomía y diseño. Un año después, en 2016, el ejercicio creativo dio como resultado una colección cápsula exclusiva.


La colección Mugaritz x Loreak Mendian se componía de piezas para chicas y para chicos que iban desde vestidos y faldas hasta camisas, bermudas y camisetas. Todas estas prendas reflejaban tres conceptos emblemáticos de los fogones de Mugaritz a través de tres prints originales.


Los tres platos elegidos para la creación de los estampados fueron Malas hierbas, Helecho quemado y Tagete, platos icónicos con los que Aduriz ha dado a conocer su gastronomía. Una vez seleccionadas las recetas, los ingredientes se convirtieron en tejidos, texturas y colores. Además, se creó un logo diseñado exclusivamente para la colección.


mugaritz x loreak mendian logo

En lo que a comunicación se refiere, esta colaboración creativa queda recogida en una pieza audiovisual de gran calidad. En ella, Aduriz y Serna reflexionan sobre la colección y el porqué de los diseños. En el documental que mencionaba al principio del post, Aduriz se pregunta si el gusto y el olfato son los sentidos principales. En cambio, en esta unión entre gastronomía y moda se acuerda que el sentido más importante es la vista.



Tal y como podemos aprender de este proyecto, la gastronomía es capaz de adaptarse a cualquier tipo de disciplina artística, sobre todo cuando se tiene un imaginario tan marcado y guiado por la curiosidad como Aduriz. Tras revisitar esta colección imprescindible, volvemos a nuestro punto de partida: las flores comestibles.


Las flores comestibles son aquellas que pueden comerse con seguridad. No todas las flores pueden ser usadas con fines culinarios ya que, para este propósito, deben estar cultivadas de manera totalmente ecológica, sin pesticidas o cualquier otro tipo de producto químico.


Una de las flores más conocidas es la flor de azafrán. Esta flor posee la especia cuyo mercado lidera España y que es calificada como ‘oro rojo’ por su gran valor económico. Aún así, existe una gran variedad de flores susceptibles de ser comestibles como, por ejemplo, allium (puerros, cebolletas, ajo), rúcula, cítricas (flores de naranja, limón) o hinojo.


En mi caso, probé los pensamientos que se caracterizan por tener un sabor insípido. La verdad es que a nivel sabor esta flor no me entusiasmó mucho, pero el aspecto visual del plato me encantó. Esto se debe a que los pensamientos, gracias a sus tres pétalos normalmente bicolores, hacen que cualquier composición gane color. Aun así existen otras flores como la flor de berenjena o la de guisante que destacan por su sorprendente sabor en boca. Casi tan sorprendente como el efecto de la sechuan button utilizada por Ferran Adrià en El Bulli que adormecía la lengua de los comensales.


flores comestibles

De todas formas, aunque en mi primera experiencia con los pensamientos no fuera satisfactoria en todos los sentidos, seguiré probando nuevas flores. Los brotes pueden ser cocinados de muchas maneras -sólo hay que usar los pétalos - pero la mejor opción es comerlas crudas para aprovechar todos los nutrientes que poseen. Como veis, comer flores ya no es cosa de poesía.


¿Habéis probado las flores comestibles? ¿Conocías la colección Mugaritz x Loreak Mendian? Cuéntanoslo en cualquiera de nuestras redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram.









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